Blog hecho por y para Tributos

Queridos Tributos, en este blog se subirá información sobre Los Juegos Del Hambre, En Llamas y Sinsajo (The Hunger Games, Catching Fire and Mockingjay); también se subirá semanalmente dos capítulos de nuestra historia de Los Juegos Del Hambre, uno el lunes y otro el viernes, si en una semana no subimos ninguno, la semana siguiente subiremos cuatro capítulos, no tengáis miedo de comentar que nos hace mucha ilusión que comentéis, muchas gracias y que os guste el blog ;))

viernes, 21 de diciembre de 2012

Capítulo 12 (Diana)

Me despierto calentita. Y con dolor de cabeza. Hay un momento en el que me encuentro desorientada. Esta no es m habitación. Levanto la cabeza y veo a Ruber, abrazándome. Me sonríe. 
- Buenos días diosa.- Me susurra. Me fijo en que está sin camiseta. Me pongo colorada y bajo la cabeza. Espero no haber hecho…no me acuerdo. – Tranquila, no hemos hecho nada.- Se ríe. Suspiro de alivio. 
- ¿Qué es lo que pasó ayer?- Le pregunto. 
- ¿No te acuerdas?- Al ver que no le respondo continúa.- Te emborrachaste. 
- ¿¡Que hice qué?!- Me incorporo rápidamente.- Se ríe. 
- ¡Es broma! La verdad es que no sé que te pasó. Aunque un poco de alcohol sí que habías tomado. El caso es que estábamos hablando y de repente te quedaste sin sentido.- Le miro el torso desnudo y se da cuenta de lo que me refiero.- Me tiraste el vodka azul con agua de coco encima. 
- ¿El qué? No me gusta el alcohol…juraría que ayer lo que tomé fue un zumo de moras azules y agua de coco… 
- Te puedo asegurar que no. Mi camiseta huele ahora a alcohol. De todas formas n pasa nada. ¿Cómo te encuentras?- Salto de la cama y comprueba que está todo en su sitio. 
- ¡Perfecta!- Chillo. ¡A prepararse para la prueba con los Vigilantes! 

Echo a correr a mi habitación y me pongo el traje de lycra rápidamente. Bajo las escaleras para encontrarme abajo con Jet y Ruber. 
- Diana, tú dedícate a las dagas.- Me ordena Jet. 
- Pero…- Comienzo a protestar. 
- Ruber, tú a las mazas de cadena.- Me corta.- Ahora, id a las zonas de supervivencia, os irán bien. 

En el centro de entrenamiento nos dirigimos a la zona de plantas curativas, a la de bichos y plantas comestibles y, por último a la de hacer nudos. 

Llega la hora de la prueba. El primero en entrar es Ruber. 
- Suerte.- Le digo.- Aunque no creo que la necesites. 
- Gracias.- Se acerca y me da un rápido beso.- Tu también, guerrera.- Me dice acariciándome el pequeño tatuaje de dos espadas cruzadas que tengo en la muñeca, debajo de la palma derecha. 

Lo veo alejarse. Pasan 10 minutos y me toca a mí. El corazón se me va a salir del pecho. Me limpio las manos sudorosas en el traje, respiro hondo para relajarme y entro. 
Observo las armas. Cojo un cinturón rojo que hay al lado de las dagas y me lo pongo. Al acercarme a las espadas cojo seis estrellas ninja disimuladamente y me guardo tres en la parte de atrás derecha y tres en la izquierda. Dirijo la mirada a los observantes. No parece que me hayan visto. Agarro dos espadas, me acerco a los maniquís y doy un par de mandobles. Los Vigilantes se aburren, yo también. Me alejo 25 metros de los maniquís. Observó a los Vigilantes, parece que he captado su atención. Agarro fuerte las espadas, las hago girar vertiginosamente en mis muñecas, subo los brazos y las coloco a la espalda. Me quedo quieta. Engancho las espadas en el cinturón. De repente, las saco junto con las estrellas ninja y hago que se clave una en cada ojo derecho de 6 maniquíes. Me acerco a las mazas de cadena y agarro una. Me alejo 40 metros de los maniquís. Me doy la vuelta y giro sobre sí misma para lanzar la maza. Le arranco la cabeza a 4 de ellos. Dejo el cinturón en su sitio y me vuelvo a mirar al Vigilante jefe, Rosendo Phills, que me observan frunciendo el ceño (¿habré hecho algo mal?), hasta que me ordena retirarme. 

Vamos a cenar y comentamos nuestros ejercicios. Jet nos riñe a ambos por habernos dedicado a hacer lo que nos había dicho que no hiciésemos. Ruber, aparte de mazas de cadena, también a las espadas y a las ballestas.
Nos juntamos en el sofá con Diamond para ver las puntuaciones. 
A Ruber le dan un 10 y lo felicitamos. Mi turno. Un 11. Se me ilumina la cara. Aunque podría estar mejor. Turno del distrito 7. A Sam le dan…¡¡un 12!! ¿¡Pero cómo es posible?! 
Nos miramos unos a otros estupefactos. 
- Diana, ya te he dicho que ese chico…- Comienza a regañarme por no haberle querido en nuestro equipo. 
- Ese chico me da igual. Y tú haz lo que te dé la gana, bueno, lo que te dé la gana no, haz lo que tiene que hacer un mentor y busca a quien te de la gana para nuestro equipo con tal de ganar ¿si?- Le corto enfadada y me voy de la sala. 


Me dirijo a mi cuarto. Me doy una ducha con olor a coco. Me pongo una camiseta de tirantes blanca y encima otra de encaje de media manga del mismo color pero que permite ver la de debajo y unos shorts blancos con el borde rosa. Meto la camiseta por dentro y me pongo unos tacones rosas. Me recojo los mechones de pelo que me caen sobre la cara en dos trencitas y bajo a la sala común. 
Allí se encuentran la mayoría de tributos. No veo a Sam por ninguna parte. Todos se giran para mirarme y me felicitan. Yo me dirijo hacia Ruber. Que lleva su habitual tupé despeinado, unos pantalones rojos un poco caídos, una camiseta suelta blanca con cuello de pico (lo que deja al descubierto parte de su –impresionante- pecho) y unos playeros a juego. 
Nos ponemos a hablar y al final decidimos irnos a mi habitación, porque en la sala cada vez hay más ruido. 
- ¿Sabes que estás muy guapa? Te sienta muy bien ese peinado.- Me dice mientras tiro los tacones por el suelo, que ya empezaban a hacerme daño. 
- ¿Y a ti te parece bonito ir por ahí provocando? 
- ¿Perdón? 
- No te hagas el tonto.- Le guiño un ojo mientras me giro para verle la cara. Está estupefacto.- He visto cómo te miran todas las tributos con cara de perros babosos.- Nos reímos. 
- ¿Estás celosa?- Levanta una ceja, provocándome. Me acerco a él. De forma que él está sentado en la cama y yo enfrente suyo. 
- ¿Debería?- Le provoco yo ahora a él mientras me coloco entre sus piernas. 
- Puede…- Me susurra agarrándome de la cadera, acercándome más si cabe a él. Ha captado mis intenciones. 

Nos empezamos a besar, tiernamente, más ferozmente después. Ya no hay quien pare la llama que acaba de encenderse entre nosotros. Sólo espero que no le de importancia a la parte prohibida de mi cuerpo. La que nadie sabe de su existencia, excepto yo. 

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