Blog hecho por y para Tributos

Queridos Tributos, en este blog se subirá información sobre Los Juegos Del Hambre, En Llamas y Sinsajo (The Hunger Games, Catching Fire and Mockingjay); también se subirá semanalmente dos capítulos de nuestra historia de Los Juegos Del Hambre, uno el lunes y otro el viernes, si en una semana no subimos ninguno, la semana siguiente subiremos cuatro capítulos, no tengáis miedo de comentar que nos hace mucha ilusión que comentéis, muchas gracias y que os guste el blog ;))

sábado, 2 de marzo de 2013

Dejo el blog

Dejo el blog porque no se me viene la inspiración y entonces lo dejo, pero tranquilos que el blog va a seguir abierto para que si queréis lo leáis ;)
Voy a hacer otro blog que trata de...... bueno ya lo veréis ;)

martes, 12 de febrero de 2013

lunes, 28 de enero de 2013

AVISO!

Me voy a tomar dos semanas de descanso, vuelvo el 11 de febrero, y vuelvo escribiendo las historias yo solo porque mi compañera no dispone de tiempo, a si que si veis algo que os extraña en el comportamiento de Diana o Ruber, lo siento, porque ahora lo tengo que escribir yo todo y va a ser una gran carga.
Os pido disculpas por anticipado por los errores que cometa, e intentaré hacer que Diana siga con el mismo carácter de siempre, y Ruber también ;)

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 22 (Diana)

Ruber ya ha dejado de llorar. Empiezo a notar los labios hinchados de tanto besarnos. Nuestras respiraciones son entrecortadas. Pero me obligo a apartar a Ruber antes de ir a más. No. Aquí no. Suspira. 
- A veces solo quiero estar contigo. Tú y yo. Juntos sin más.- Me dice. 
- Y yo poder olvidarme de todo. Tener un poco de intimidad. Vivir mi vida. 
- Olvidarse de todo esto.- Concluye. Yo no digo nada pero lo miro a los ojos. Es algo que los dos deseamos.- Me besa en la frente.- Yo también te quiero. 
Silencio. Nos quedamos abrazados. Las palabras sobran. 
Gritos. Yo no presto mucha atención. Oigo el nombre de Sam y me pongo a escuchar. Amanda exige saber dónde se encuentra. Ruber se sienta y la mira indiferente. Yo le explico lo ocurrido anoche. Más o menos. 
- Lo que pasó fue que le conté que yo maté a su compañera de distrito porque sino lo hacía me mataba ella. Me empezó a insultar y se fue.- Digo, encogiéndome de hombros. 
- Deberíamos ir a buscarlo.- Comenta Globber. 
- No.- Digo, tajante. Me miran con cara interrogativa. Me aclaro la voz y me explico.- Fue su decisión dejarnos. Si ese gilipollas no es capaz de soportar la verdad no creo que logre vivir mucho más. Tal vez ya esté muerto.- Me encojo de hombros. Ruber tiene una mirada reprochante.- Me limito a decir la verdad. Si él se quiso ir yo creo que deberíamos respetar esa decisión. 
- Tú… ¡lo que quieres es deshacerte de él! ¡Fijo que ya lo has matado y por eso no quieres ir a buscarlo, para que no sepamos que fuiste tú!- Amanda me mira con cara de odio. Me pongo de pie. Quiero gritarle. Pero Ruber me agarra por el hombro para indicarme que me tranquilice. Entrecierro lo ojos. Y me doy cuenta. Hago una sonrisa torcida y se lo suelto. 
- Ya, claro. Como si no me diera cuenta de lo que quieres tú. ¡A ti te mola Sam!- Me mira sorprendida y se ruboriza. Globber la mira estupefacto.- A ti lo que te pasa es que estás celosa.-Pillada.- ¡Por dios! No seas guarra y céntrate en lo que importa: seguir vivos. No merece la pena morir por un niñato. 
- Aunque le guste o no. Sam es de nuestro equipo. Deberíamos ir a buscarlo.- Interviene Ruber, contundente. Lo fulmino con la mirada. Pero de nada sirve resistirse. 
Recogemos y nos vamos en su búsqueda. 
Al cabo de cinco minutos lo encontramos. Está en una especie de pozo. 
Ruber me mira con cara alarmada. Una mina. Mi presentimiento. Al final resulta que era verdad. 
Los chicos empiezan a gritar. Yo me aparto del grupo. No quiero tener nada que ver con aquello. Apoyo mi espalda en el tronco de un árbol y me cruzo de brazos viendo cómo trabajan para sacar al idiota de ahí. Mira que el hueco es grande. Encima de tonto, ciego. 
En un punto mis pensamientos se disipan y en lo único en que me puedo fijar es en Ruber. El sudor cayéndole por la frente. Los músculos tensos. Los fibrosos brazos en movimiento. La línea de los músculos en su espalda. 

- Cuidado, hay un agujero en el suelo y da a esta mina.- Oigo. El sonido viene de la mina. 
Le tiran una liana y se ponen a tirar para sacarlo. 
- ¿Que hacías ahí abajo?, ¿y esa venda?- A Ruber se le nota excitado. Como si estuviera contento de verle. Bufo. 
- Me caí y me hice un esguince, siento haberos preocupado.- Si ya. No a todos. 
Lo abrazan. Yo me quedo donde estoy y le dirijo una mira dura. Y fría. Cargada de odio. 
Decidimos volver al campamento a cenar. Estoy agotada. Ayer apenas pude dormir y todavía me encuentro un poco mal. 
Noto las respiraciones pesadas de todos. Y decido despertar a Sam. Se acabó. Las cosas claras. 
Lo zarandeo hasta que se despierta. Cuando me ve sus ojos brillan. Aparto la mirada. Asqueroso. Le indico que me siga hacia el bosque. Lo veo cojear pero no me molesto ni en girar la cabeza. 
- ¿Eres imbécil o qué te pasa?- Le suelto. 
- ¿Disculpa?- Me mira incrédulo. Bufo. Y ahora sordo. Genial. 
- ¿Que si eres imbécil? 
- No, por qué lo dices. 
- ¿Por qué te largaste así?, ¿eres retrasado?, podrían haberte matado.- Las cosas claras y encima todavía le doy a entender que me preocupé por él. 
- Lo siento, doña arrogancia, no sabía que te preocupara.- Me dice, gallito. Le pego un tortazo. Para chula yo. He tenido que aprender a las malas que en esta vida o pisas, o te pisan. Ya he sido suficientemente pisoteada. Ahora me toca a mí pisar.- ¿Pero qué haces loca?- Y me da un puñetazo que me da de lleno en la mandíbula. No me lo esperaba. Y lo miro sorprendida un segundo antes de reaccionar. 
Le doy una patada en el estómago que hace que se doble. Me coge del pelo tira. Le sigo tirando ganchos al estómago y cuando afloja le doy una patada en la entrepierna que hace que se caiga al suelto. Me coloco en cima de él y le doy de puñetazos en la cara. Se resiste. Da la vuelta hasta que se coloca encima de mí y trata de estrangularme. Meto los dedos en su nariz y tiro. Lo tengo a mi merced. Un solo golpe. En la nuez. Y se acabó. 
Entonces Ruber nos separa. Noto algo cálido en la nariz. Lo toco y me miro la mano. Sangre. Lo miro a él. Está peor que yo. Y sonrío, victoriosa. 
- ¿Pero qué os pasa?, ¿estáis locos?- Dice. 
Levanto la barbilla. Campeona. Y me abrazo a Ruber. Volvemos al campamento. Me cura la nariz y las magulladuras y antes de permitirle un interrogatorio lo beso. 
Cálidamente. Nos escondemos en el saco. Ruber no se aparta. Se acerca más a mí. Y yo a él. Coloca sus manos en mi espalda. Por debajo de la camiseta y la recorre con sus dedos hacia arriba. Yo paso mi pierna derecha por las suyas y le acaricio el pelo. Nuestras respiraciones se vuelven entre cortadas. Suspiros. Pero ambos paramos. No podemos. No hay más palabras entre nosotros. Me acurruco en su pecho, donde encajo perfectamente y me duermo. Con su respiración como canción de cuna. Por una vez, duermo feliz, dentro de lo que cabe. Tranquila. Y victoriosa. Ahora, más que nunca sé que debo… que Ruber debe ganar. 
Por el distrito. Por su familia. Por la mía. Por su hermano. Por mí. 

lunes, 21 de enero de 2013

Capítulo 21 (Sam)

Cuando me despierto me acuerdo de todo lo que ocurrió ayer, y me entristezco mucho, me remuerde la conciencia el haberle gritado a Diana, espero que me encuentren pronto.
Busco algo, no se el qué y veo un palo lo suficientemente largo como para usarlo de bastón y, ayudándome de él, me levanto y veo cuna grave es lo que tengo. La pierna no está rota, pero me esguince el tobillo, a si que saco las vendas del botiquín y me vendo la esguince para que se cure.
Doy algún que otro paseo por la cueva, con lo que descubro que es una mina de piedras preciosas, este detalle les va a encantar a Ruber y a Diana, este es su elemento, dado que la función principal del distrito 1 son las piedras preciosas.

Como algo y empiezo a pensar en casa, y en mi madre y mi hermana Dalia, y se me viene a la cabeza la historia de como conseguí a Kira para mi hermana Dalia, Kira es una perrita preciosa que tiene solo 3 meses, tiene el pelo negro y marrón y los ojos son castaños.

Mi hermana estaba muy triste desde la muerte de mi padre y yo le quería hacer un regalo por su cumpleaños, a si que con la ayuda de Rachel buscamos un perrito o, en este caso, perrita.
Fuimos hasta la clínica veterinaria del distrito y vimos una perita preciosa, la pena es que iban a sacrificarla porque tenía una herida en la pata que no habían conseguido curarle, y Rachel y yo entramos en la tienda a preguntar cuanto valía la perrita.
Nos preguntaron que para que queríamos una perrita que iba a ser sacrificada y le dijimos al dependiente que iba a ser un regalo. Él de muy mala cara nos dio la perrita gratis, y yo le estuve curando la herida y alimentándola hasta que se quedó muy bien, y el día del cumpleaños de Dalia, se la regalé.
Todavía me acuerdo de la cara que puso, me comió a besos y me abrazó muy fuerte, la llamó Kira porque mis abuelos tenían una perra que nos encantaba que se llamaba Kira también, la pena es que murió el año pasado.

Estoy absorto en mis recuerdo cuando oigo que gritan mi nombre a lo lejos, deben de ser Ruber, Diana, Amanda y Globber. Yo grito y oigo ruidos arriba y les digo:
-Cuidado, hay un agujero en le suelo y da a esta mina.
Oigo a Ruber dar instrucciones para salvarme y después de muchos minutos, veo caer una liana. La cojo y tiran de mi hacia arriba.
-¡Que hacías ahí abajo?, ¿y esa venda?- me pregunta Ruber.
-Me caí y me hice una esguince, siento haberos preocupado.
Todos se acerca y me abrazan, todos menos Diana, que se queda apartada del grupo, con la espalda apoyada en un árbol, de brazos cruzados y mirándome con mala cara.

Volvemos al campamento y allí cenamos algo, y nos echamos a dormir.

Al poco rato de dormirme siento que alguien me zarandea, es Diana, querrá que hablemos, genial así me podré disculpar.
Nos adentramos en el bosque, yo como puedo y ella me empieza a regañar:
-¿Eres imbécil o que te pasa ?
-¿Disculpa?
-¿Que si eres imbécil?
-No, por qué lo dices.
-¿Por qué te largaste así?, ¿eres retrasado?, podrían haberte matado.
-Lo siento, doña arrogancia, no sabía que te preocupara- me da una hostia.-¿Pero qué haces loca?
Yo le pegó una hostia, y al final acabamos a puñetazos y después de un rato aparece Ruber que nos separa.
-¿Pero qué os pasa?, ¿estáis locos?
Yo me voy y me hecho a dormir, oigo a Diana y a Ruber, tan enamorados como siempre, buagh me dan asco. Me duermo y sueño con que consigo la victoria de los Juegos y me doy cuenta de que sería muy infeliz si algo le sucediera a Diana, o algo la pusiera triste, a si que decido quedarme al margen de lo que hay entre Ruber y ella, aunque me cueste la vida.

viernes, 18 de enero de 2013

Capítulo 20 (Diana)

Me quedo helada. A Amanda le sobresale una lanza de la espalda y Globber tiene un cuchillo clavado en la pierna. Sam y Ruber se acercan a ayudarlos inmediatamente. Yo no sé qué hacer y miro la escena horrorizada. Están llenos de quemaduras. Tengo un nudo enorme en la garganta y me pican los ojos. Observo cómo Sam abre el botiquín y le pasa Ruber el desinfectante y las vendas. Me fijo en Sam. En su espalda, musculosa. En sus brazos, en tensión. Puedo observar que es bastante experto en curar heridas. Me obligo a apartar la mirada y contemplo a Ruber. Él, en cambio, es algo torpe. Lo sé, lo entiendo. Su mandíbula apretada. Sé lo que piensa. Vuelvo a apartar la mirada y me quedo mirando la sangre, asqueada. Comienzo a sentirme aturdida. Aprieto los labio hasta formar una delgada línea y cierro los ojos. Me obligo a respirar para tranquilizarme. Vuelvo a abrirlos. Noto que el mareo persiste. 
Sam se acerca a Ruber y lo aparta de Globber. Noto a Ruber nervioso, y despistado, no es capaz de concentrarse. 

- Ruber, Diana, coged las cantimploras he id a buscar agua. Yo me quedaré aquí hasta que se recuperen.- Me giro inmediatamente. No necesito que me lo vuelva a repetir. 

Dejo a Ruber atrás. Cuando me alcanza me da dos de las cinco cantimploras. No sé cómo tomarme eso, si piensa que soy débil, que lo dudo, o si está siendo protector, amable. Caminamos con paso ligero, ninguno de los dos abre la boca. Sé de sobra lo que le pasa por la cabeza y me temo que aunque se me ocurriera algo que decirle haría un gesto con la cabeza y seguiríamos en silencio. De nada sirve intentar que se olvide de la muerte de Beryl, su hermano. 
Llenamos las cantimploras en el río. Y me permito un momento de paz. Sumerjo las manos en el agua fría, y retiro la mano cuidadosamente para que el agua resbale entre mis dedos. Doy un sorbo y Ruber me imita. 
Me siento en la orilla con las piernas cruzadas y me quedo mirando el agua hipnotizada. 
- No deberías haberlo hecho.- Le suelto, de repente. Me mira con cara interrogante.- El tat…-Comienzo, pero no logro acabar. Bajo el volumen de mi voz.- Lo de la espalda.- Le aclaro. Él se encoje de hombros. 
- Tampoco tú el tuyo.- Ahora soy yo la que le mira interrogante.- El del costado.- Yo suspiro. 
- Pero es que lo tuyo es peligroso… si alguien.- Me interrupto y comienzo a hablar en susurros.- Si alguien se da cuenta de lo que significa… 
- Pero no lo van a saber.- Me corta.- Es muy difícil. Además aquí la única en peligro eres tú. El tuyo no necesita aclaración. Cualquiera que lo vea… 
- Se dará cuenta, se enterará el Capitolio y estaré muerta. Lo sé. –Termino. 
- ¿En qué pensabas..?- Le dirijo una mirada reprochante. Alza las manos, en gesto de rendición. – Vale, tú también podrías preguntar lo mismo. Pero lo tuyo es más grave. 
- ¿¡Crees que no tardarán en torturar a tus seres queridos en cuanto se enteren de que tienes ese…?!- Grito, pero no logro acabar. No con la sospecha de que nos puedan estar escuchando. Me muerdo el labio. Ruber se gira y me da la espalda. 
- Si a ti te lo ven…estás muerta. 
- Pero mi familia no va a tener que sufrir.- Mierda. Golpe bajo. Ruber me mira, con la mandíbula y los músculos tensos.- Perdón yo… 
- ¿¡Perdón?! Mira, voy a pasar ese último…cometario- Escupe la última palabra.- por alto.- Se me acerca y me toca el costado derecho. Justo encima DEL tatuaje. Acerca su cara a la mía.- Si te ven ese tatuaje sobre…sobre…- Es incapaz de continuar. Le duele. Lo veo en sus ojos. 
- Sobre la antigua cultura. La que prohibieron después de casi acabar con el mundo.- Entrecierro los ojos. Apenas pronuncio esas palabras. 
- Sabes que este no es nuestro juego. Somos marionetas. Si haces algo que no les gusta ¡Pum! Estás acabada. Y tú…ejem… lo que pretende es lograr algo que no tenemos, que no podemos…tener. Libertad y… sueños.. Se queda en silencio y me mira directamente a los ojos. En ellos soy capaz de ver que se le forma una pregunta y no es capaz de pronunciarla. Se muerde el labio. Ya le he pegado mi manía y se me escapa una sonrisita. Me mira, divertido.- ¿ De qué..?- Se interrrupte y baja tanto la voz que apenas puedo oírlo.- ¿ De dónde sacaste la idea? 
- De un libro.- Me mira, alarmado.- Lo encontré enterrado. Se llamaba…- Me muerdo el labio inferior, tratando de recordar.- Peter… humm… Can? Y el humm… continente de más allá… No, no… Peter… 
- Pan.- Asiento con la cabeza. 
- Peter Pan y el… país de… 
- ¡Nunca jamás!- Susurramos los dos a la vez. 
- Era una ilustración del libro… 
- ¿Por qué escogiste precisamente esa? 
- No sé… por… ¿la liberación? Volar… - Me obligo a parar.- ¿Y tú? 
- Yo… ya sabes lo que siento por ti. No fue casualidad que… te fuera a defender de esos chicos cuando… 
- Estaban a punto de darme una paliza…- Suspiro. Me doy cuenta de lo tarde que es será mejor que volvamos. Es tarde.- Me levanto.- Y, oye, siento lo que dije de… tu familia. No pretendía…- No puedo seguir. 
Cogemos las cantimploras y nos alejamos del río. 
Por el camino veo a Ruber, que se encuentra detrás de mí, por el rabillo del ojo, y observo cómo hunde la cabeza en su pecho y le tiemblan los hombros. Me muerdo el labio y decido volver a mirar hacia delante. O acabaré llorando yo. 
Una vez allí con Sam le damos las cantimploras y cuando se despiertan, Sam le da una pastilla a Amanda. Decido que esta vez le daré yo la pastilla a Globber. 
Ruber se me acerca y me ayuda. Con cuidado. Se ha tranquilizado, pero me doy cuentad e que está haciendo esto para mantener su mente ocupada. 
Me fijo en que Sam nos mira con una especie de crispación en la cara. 
Cuando ya se encuentran mejor nos sentamos en un círculo. 

- Amanda, Globber, ¿podéis decirnos lo que os pasó?- Pregunta Sam. 
- Acabábamos de salir de la Cornucopia cuando los tributos del 4 nos atacaron, uno de ellos nos saqueó las mochilas y solo nos dejó las cantimploras, y el otro me clavó a mi el cuchillo en la pierna y a Amanda la lanza en la espalda.- Contesta Globber. Está totalmente abatido. Nos quedamos en silencio y yo observo sus quemaduras ya curadas. Y me entra la curiosidad. 
- ¿Y esas quemaduras a qué se deben? 
- Hubo un incendio y tuvimos que escapar, y llegamos aquí y nos desmayamos.- Contesta Amanda, nerviosa. 
- Bueno lo importante es que ya estáis bien y os hemos encontrado.- Añade Ruber. 
No nos queda mucha comida. Me levanto para ir a cazar, pero también lo hace Sam, que me observa. Refunfuño. No me apetece ir con él. Así que nos quedamos Ruber y yo con Amanda y Globber mientras intentamos encender un fuego y Sam se va a cazar. 
Cuando vuelve, Sam ha cazado tres conejos, un ganso enorme y un par de ardillas. Es él el que los despelleja y destripa. Yo concentro mi mirada en el fuego. Y logro distraerme. Como la mitad de un ala del ganso con Ruber y algo del conejo. Ni siquiera pruebo las ardillas. No sabía que se podían comer y no es que tengan muy buen aspecto. 
Después guardamos la comida que sobra en unas hojas de eucalipto de tamaño XXL. Nos cercioramos en apagar bien el fuego y nos vamos a dormir. Amanda y Globber duermen en el saco de Sam así que él es el único que duerme a la intemperie. 
Me cuesta conciliar el sueño. Hasta que no noto las respiraciones pesadas de los demás no me permito desvanecerme. Dejo que me venza la tensión acumulada. Escondo el rostro en el pecho de Ruber, para que sea donde sea que estén, las cámaras no me vean. 
Al poco noto el pecho de Ruber agitarse también y tapa su cara en mi pelo. 
Dejo de llorar y espero a que lo haga Ruber. 
- Lo hecho de menos.- Me susurra. 
- Lo sé.- Le aparto unos mechones de pelo de la cara. 
- Ver a ese chico… me lo ha recordado.- Me acerco y le doy un suave beso en los ojos antes de que se le caigan las lágrimas. Noto el gusto salado en mis labios. 
- A mí también.- Reconozco.- Pero no podemos dejar que esto nos afecte. Sobre todo a ti. Tenemos… tienes que ser fuerte. Tienes…- Dudo.- Tienes que ser tú el que llegue vivo a casa. – Me detengo.- Por Beryl.- Añado. 
- No…no si tú no vienes conmigo. 
- Sabes que eso es imposible. Uno de los dos tiene que llegar vivo. Y vas a ser tú. 
- Yo no voy a vivir si no vives tú. No voy a volver sin ti. 
- ¡Déjate de chorradas!- Le espeto, un poco brusca.- Claro que puedes, has de hacerlo, tienes por lo que luchar, en cambio yo…- Se me quiebra la voz.- Puedes formar una familia…- Expreso mi deseo en voz alta. 
- Tu también…- Comienza. 
- Sabes de sobra que no. Soy la rara.- Y ahí se termina nuestra conversación. Me da un beso y nos dormimos así, con nuestros labios pegados. 

Nos despierta Sam gritando no se qué de unos ruidos extraños. No le presto atención. Tan sólo sé que tenemos que recoger y comenzar a andar. 
Ruber a la cabeza, yo detrás, luego Amanda y Globber, y el último Sam. Comienzo a oir un ruido extraño, metálico. Ruber gira la cabeza y abre los ojos como platos. Antes de que acabe de girar yo la cabeza para ver que ocurre siento un tirón en la muñeca, que obliga a correr. Trastabillo pero Ruber me sujeta y seguimos corriendo. En un momento en que me permito girar la cabeza veo a unos escarabajos gigantes, de metal, corriendo detrás de nosotros. 
Se oye un grito. No quiero saber de quién se trata así que ni me molesto en girar la cabeza. Espero que no sea una baja nuestra. 
Ya está amaneciendo cuando logramos despistarlos. Me arden los pulmones de la carrera. Ruber está de los nervios. Cuando ve llegar a Sam, se acerca a él y le empieza a gritar. 
- ¡Esto es culpa tuya por hacernos ir a investigar qué era eso! 
- Primero, no me alces la voz, segundo, la culpa no es mía, eso eran mutos y si no os hubiera despertado probablemente ahora estaríamos muertos.- Me sorprende la tranquilidad de la voz de Sam. 
- ¡Maldita sea! ¡Podría ser uno de nosotros el que estuviera muerto ahora mismo!, ¡estás chiflado tío!- Decido dejar de escuchar. Hasta que noto que empiezan a insultarse.- ¡Mamón! 
- ¿Mamón? ¡Tú sí que la debes mamar bien, cabrón! 
- ¡BASTA YA!- Grito- Me coloco entre ellos y los separo.- ¡Los dos sois unos pedazo gilipollas! ¡Inconscientes! ¡Pensad en lo que sea que estéis haciendo antes de actuar, coño, que esto no es un puto juego! 
- Es que…- Comienza a responderme Sam. Lo fulmino con la mirada. 
- ¿¡Es que qué?! Joder, ¿vas a protestarme como si fueras un crío pequeño? ¿un niño de mamá?, ¿o qué?- La discusión se da por finalizada. Sam se marcha a cazar. Mientras, yo intento relajarme. 
Al anochecer Sam regresa con más comida. Se le ve en la cara que ya se ha tranquilizado. Después de cenar nos vamos a dormir. 
Escucho las respiraciones pesadas de todos salvo… Sam… está sollozando y me temo que sé por qué es. Me muerdo el labio. Me empiezo a encontrar mal. Tengo que contárselo. Me acerco hasta él y me agacho a su lado. Él se incorpora lentamente. Yo me quedo mirando al vacío un instante y después me obligo a mirarle a él. Me quedo unos segundos contemplando sus profundos ojos color miel. Siento retortijones en la boca del estómago. Suspiro. 
- Tengo que contarte una cosa, ven conmigo.- Me levanto y me dirijo al bosque. Sam me sigue. Quiero estar lo más apartada del grupo posible.- Verás, es sobre la muerte de Daphne.- Suelto. 
- ¿Qué?, ¿qué pasa? 
- Pues verás no sé cómo decir esto...- Me muerdo el labio y agarro un mechón de pelo. Estoy a punto de vomitar.- Yo la maté.- Mierda, Diana. Pienso en seguida. ¿Sabes que existe algo que se llama tener tacto? ¡Cuando coño vas a aprender a usarlo! Sam se aparta de mí. Con los ojos abiertos como platos, me mira horrorizado y se le empiezan a resbalar lágrimas por la cara. 
- ¡Hija de puta!- Me sorprendo. No me esperaba eso. Se me desencaja la cara. Cada vez me encuentro peor. Él continúa con una sarta de insultos. Me sube el calor por la cara. Me empiezo a enfadar. A pesar de todo logro contestarle suavemente. 
- Ha sido en defensa propia, ella… ella me estaba atacando con su arco en la salida de la Cornucopia, yo me giré y… -La maté. No fui capaz de pronunciarlo. Me sube la bilis a la boca y consigo tragarla.- No sabía que era ella hasta que apareció su cara en el cielo... si hubiera sabido que era ella no lo hubiera hecho, con un pequeño corte, a lo mejor, para alejarla… pero… 
- No hay pero que valga.- Me corta con un gruñido. Doy un paso atrás instintivamente.-La has matado y eso es lo único que sé, ahora mismo me vuelvo a por mis cosas y me voy solo.- Me hundo. No quiero que se marche. Soy consciente de que lo necesitamos si queremos sobrevivir. 
- No por favor no te marches, sin ti correríamos más peligro, sé de sobra que el bosque es tu elemento y yo no estoy acostumbrada a él, perdóname.- Intento convencerle pero no da resultado. 
Me aparta de un empujón y se va camino al campamento. 
Estoy mareada, furiosa, con ganas de vomitar e impotente. Me empiezan a resbalar lágrimas por las mejillas. Me siento con la espalda pegada al tronco de una árbol, acerco las piernas a mi pecho y escondo la cabeza. El mareo no pasa. Tengo que arrodillarme rápidamente por las arcadas. Vomito. Lo hecho todo. Me levanto y me dirijo al río a limpiarme un poco. De camino al campamento me empieza a doler la cabeza y el mareo no remite. 
Cuando llego, Sam ya no está y Ruber está despierto. Corre hacia a mí en cuanto me ve. Yo me quedo en el sitio, esperando a que venga y noto mis piernas flaquear. Me agarra justo antes de derrumbarme. Me lleva hasta su saco y se mete conmigo. Estoy helada. Me calienta con su cuerpo. 
- Necesitas descansar.- Es lo último que oigo antes de desvanecerme en la oscuridad. 
Son las 6 de la mañana, me despierto y noto las mejillas pastosas y me llevo una mano a una de ellas. Está pegajosa. He estado llorando. Abro los ojos y me encuentro con los de Ruber, que me miran, con una expresión extraña. 
- ¿Qué tal te encuentras?- Susurra. Yo asiento con la cabeza, soy incapaz de decir nada.- ¿Qué ha pasado?- Intenta sonar suave, tranquilo, pero su voz se asemeja más bien a un graznido y su expresión lo delata. Está preocupado. Sacudo la cabeza.- Diana… 
- Es Sam…- Me muerdo el labio.- Le he contado lo de…- Se me vuelven a escapar unas lágrimas. Ruber suspira.- Se ha ido.- Apenas pronuncio estas últimas palabras. 
- Por eso…- Se interrupte. 
- Por eso ¿qué?- Ahora es él el que sacude la cabeza. 
- Por la noche has estado llorando.- Traga saliva.- Murmurabas algo de Daphne y… Sam. Le pedías perdón, creo. Fue entonces cuando te pusiste a llorar. Pero después ya no lo entendí. 
- ¿El qué no entendiste?- Pregunto, con curiosidad. Tengo un mal presentimiento. 
- Decías algo…algo sobre una especie de pozo. Una mina, creo. ¿No te acuerdas?- Niego con la cabeza. 
- Si te sirve de algo… no me acordaré de nada. Pero tengo un mal presentimiento. 
- Mierda.- Lo miro con cara interrogante.- Tus malos presentimientos…- Suspira.- A lo mejor esta vez no nos dicen nada. Lo comprendo. Cuando su hermano me pasó lo mismo yo tenía un mal presentimiento y… Beryl acabó… joder. 
- Eso espero.- Digo, en cambio. Lo miro a los ojos, están acuosos. Se me rompe el corazón. No quiero verlo llorar. No quiero que lo vean llorar. Pongo las manos a los lados de su cara y me acerco tanto a ella que nuestros labios se tocan cuando digo- Te quiero. 
Nos fundimos en suave beso y logro tumbarme para obligarlo a que se coloque encima de mí. Es la única forma de evitar que lo observen. 

lunes, 14 de enero de 2013

Capítulo 19 (Sam)

Veo que Amanda tiene una lanza clavada en la espalda y se la saco, Globber tiene un cuchillo en la pierna, que se lo saca Ruber, Diana observa horrorizada. Yo tengo algunas dotes de médico ya que mi madre es enfermera en el Distrito 7 y a veces la ayudo en el hospital cuando no tengo nada que hacer.
Abro el botiquín y le paso a Ruber uno de los desinfectantes y vendas, y él me lo agradece. Yo curo a Amanda y veo que la herida es leve, y me fijo en que tiene quemaduras en los brazos y piernas y le unto una pomada para las quemaduras. Le vendo la herida de la espalda y mando a Diana a buscar agua, y a Ruber también, lo está haciendo mal y eso me estresa, aunque les hablo con la mayor calma posible.

Sigo mi trabajo con Globber y veo que él también tiene quemaduras y me paro a pensar si ha habido un incendio. Termino de curarlo y llegan Diana y Ruber con las cinco cantimploras llenas hasta arriba.
Amanda se despierta y yo le doy unas pastillas para el dolor, ella no pregunta y se las traga. Globber se despierta y Diana se encarga de darle ella las pastillas. Ruber la ayuda y me crispo de celos, aunque me relajo.

Cuando ya pasó lo malo nos sentamos los cinco en círculo y digo:
-Amanda, Globber, ¿podéis decirnos lo que os pasó?
-Acabábamos de salir de la Cornucopia cuando los tributos del 4 nos atacaron, uno de ellos nos saqueó las mochilas y solo nos dejó las cantimploras, y el otro me clavó a mi el cuchillo en la pierna y a Amanda la lanza en la espalda- respondió Globber un poco decaído.
-¿Y esas quemaduras a qué se deben?- pregunta Diana curiosa.
-Hubo un incendio y tuvimos que escapar, y llegamos aquí y nos desmayamos- dice Amanda.
-Bueno lo importante es que ya estáis bien y os hemos encontrado-responde Ruber.

Después de mirar cuanta comida nos queda, decido que Diana y Ruber se queden con Amanda y Globber para hacer un fuego y para cuidarlos, mientras yo voy a intentar cazar.
Camino durante u buen rato y cazo tres conejos, un ganso muy grande y un par de ardillas.
Vuelvo, y me pongo a despellejar todo y a destriparlo, lo asamos al fuego y lo que sobra lo guardamos en unas hojas muy grandes que son de eucalipto, he de decir que en mi vida había visto hojas de eucalipto tan grande. Apagamos bien el fuego y nos echamos a dormir, Diana duerme con Ruber en su saco, Amanda y Globber en el mío y yo a la intemperie.

Después de bastante tiempo durmiendo, oigo unos chasquidos como metálicos y están muy cerca.
Despierto a los demás y recogemos todo. Caminamos un buen rato y Ruber, que está a la cabeza, se da la vuelta y empieza a corre, todos corren me nos yo que no se lo que pasa. Y por fin lo veo, son unos escarabajos gigantescos, de metal, con unas pinzas bucales que acojonan de nada más verlas.

Oigo un grito y veo el cuerpo de una tributo en el suelo, con el estómago abierta y las tripas por fuera, es asqueroso, a si qué me doy la vuelta, vomito, y me voy corriendo.

Tardamos mucho tiempo en despistarlos, pero cuando lo hacemos amanece.

Ruber está histérico y empieza a despotricar contra mi:
-¡¡¡¡Esto es culpa tuya por hacernos ir a investigar que era eso!!!!
-Primero, no me alces la voz, segundo, la culpa no es mía, eso eran mutos y si no os hubiera despertado probablemente ahora estaríamos muertos.

Empezamos a gritarnos obscenidades y antes de que nos peguemos Diana nos separa.

Yo me voy a cazar y regreso cuando está anocheciendo, mucho más calmado y con más comida.

Cenamos, y nos echamos a dormir, y yo me pongo a pensar en la muerte de Daphne y empiezo a sollozar pensando que yo podría haberla salvado. Diana me oye y se levanta y me dice:
-Tengo que contarte una cosa, ven conmigo.
Nos sumergimos en el bosque y ella me dice:
-Verás, es sobre la muerte de Daphne.
-¿Qué?, ¿qué pasa?
-Pues verás no se como decir esto...- se muerde el labio y se tira del pelo- yo la maté.
Yo siento que me mareo y pongo los ojos en blanco, empiezo a llorar e insulto a Diana.
-Ha sido en defensa propia, ella había atacado a Ruber y venía a por mi, lo siento mucho, si lo hubiera sabido no lo hubiera hecho, pero...
-No hay pero que valga-la corto tajante-, la has matado y eso es lo único que se, ahora mismo me vuelvo a por mis cosas y me voy solo.
-No por favor no te marches, sin ti correríamos más peligro, se de sobra que el bosque es tu elemento y yo no estoy acostumbrada a él, perdóname.
Yo la aparto de mi camino, me voy corriendo y llego a donde los demás. Cojo mi mochila, mi arco, mi carcaj y mis hachas y me voy.

Vago sin rumbo hasta que me caigo por un pozo y noto un dolor punzante en la pierna, me quedo quieto en el sitio, sollozando, esperando que Diana venga a buscarme para disculparme con ella por haber sido tan borde y poco comprensivo.

viernes, 11 de enero de 2013

Capítulo 18 (Diana)

Mierda. Se me ha olvidado coger una mochila con provisiones. Estúpida. 
Divago sin rumbo fijo, sólo sé que debo encontrar cuanto antes a Ruber, pero no sé dónde. 
Debo de llevar casi dos horas caminando cunado, de repente, oigo unos gritos a mi lado. Gritos de horror. No conozco la voz, o eso creo, hay matiz que me resulta extrañamente familiar. Corro en dirección a la voz. Pero, antes de llegar, algo dentro de mí me dice que me esconda, y lo hago. Justo a tiempo para ver, horrorizada y conteniendo un grito que se me acercaba peligrosamente a la garganta, a Ruber. En el suelo. Ensangrentado. Tiene la cara llena de magulladuras. Con un corte de hacha en la espalda. Le rodean tributos de 3 distritos. Observo cómo, lentamente, uno de los chicos levanta su espada. En ese momento, cojo un shuriken y, desde mi escondite, se lo lanzo. Pleno. Le he dado en el ojo. El chico aúlla y se retuerce de dolor. El desconcierto de los demás me da el tiempo que necesito para sacar mis espadas y abalanzarme sobre ellos. No tienen apenas tiempo de reacción cuando le clavo una espada a una chica en el corazón, a otro le arranco un brazo y el resto se va corriendo. Tan sólo me queda el chico al que le lancé el shuriken. El cuál estaba con una maza de cadena en la mano. 
- ¿Qué haces?- Le digo, tranquila. Se gira a mirarme y suelta la maza. 
- Na…na…nnada.-Tartamudea. Me acerco más a él.- Lo siento. Por favor, no me mates…- Suplica, entre susurros. Yo aprieto la mandíbula. Cierro los ojos y me concentro. Noto el peso de la espada en mi mano. Pienso que él estaba a punto de matar a Ruber. Me obligo a alzar la mano. Y dejo que el peso de la espada caiga sobre su cuello. Un grito antes de desvanecerse por completo.- ¡NOOOO! 
Silencio. Uno, dos, tres chasquidos. Tan sólo oigo sollozar a Ruber. 
Me acerco a examinar sus heridas y noto un pequeño mareo, son leves, pero hay mucha sangre. Recojo su mochila y sus armas y después lo agarro por los hombros y llevo como puedo hasta un pequeño claro no muy lejos de dónde nos encontrábamos. Allí lo recuesto en el suelo no sin antes algún que otro gemido. A mí me rugen las tripas. Arranco como puedo la tela que cuelga de la espalda e intento taponar la raja que tiene, cuando, limpiando un poco descubro un tatuaje. Sobre el omóplato. Donde antes tenía la venda. Es un código, de 5 barras, debajo de cada una hay escrito un número: 18513. Día 18, mes 5, año 4013. Es el día en que nos conocimos. Esto sí que es peligroso. Lo tapo tan rápido y suave como puedo para taponar la herida y evitar que las cámaras lo vean. Noto un leve temblor proveniente de Ruber. Me doy cuenta que se acaba de desmayar. Por una parte, mejor. Le arranco el resto de telas del los glúteos y hago un torniquete como puedo. 
Miro en su mochila, pero tan sólo veo unas galletitas saladas, cecina y agua. No hay medicamentos. Tampoco puedo permitirme comer ni beber nada. Todavía no. Tendría que ir a buscar comida, pero no quiero volver a dejar a Ruber solo. 
Se me cae una lágrima que resbala suavemente por mi mejilla. Y me permito el lujo de acostarme junto a Ruber, acercar mi cara a la suya, y dejar caer alguna lágrima más. Lloro por nada. Pero también lloro por todo. 
Después de un buen rato oigo unos pasos y me dispongo a sacar las espadas cuando me doy cuenta de que se trata de Sam. Me vuelvo a recostar. Sam se acerca y me deja un botiquín. Se fija en las heridas de Sam y se aleja. 
Me levanto, recojo el botiquín y se lo agradezco a Sam en mi mente. 
Me coloco sobre la herida en el omóplato, de forma que no quede expuesto a las cámaras y se la limpio suave y cuidadosamente. Después, lo recubro una venda. Me dirijo a curar la herida en glúteo. Me da un poco de coraje y esto provoca que me sonroje. Sacudo la cabeza y repito el mismo proceso. El maltrecho torniquete logró su propósito. Ruber ya no sangra. 
Me acerco a Ruber, le curo un poco las magulladuras de la cara y le limpio el sudor de la frente. Le doy un pequeño beso y me voy a buscar a Sam. 
- No se qué hubiera hecho sin el botiquín, pero te quiero advertir de algo.- Le digo, mientras me coloco cerca suyo, en su misma posición, mirando al frente. Él se gira y me mira extrañado. 
- ¿De qué? 
- De que si le tocas un solo pelo a Ruber sufrirás una muerte lenta y lo más dolorosa posible.- Observo impasible su rostro de sorpresa.- Ah, y no te pienses que porque haya aceptado tu ayuda, me has dejado de caer mal, ándate con ojo, Sam.- Le digo, sin alzar un ápice la voz y me voy. Lo dejo allí solo. 
De vuelta al claro Ruber ya se ha incorporado. Se encuentra mejor y se queja de mis vendajes, bromeando. Está algo incómodo. 
Cuando Sam regresa, recogemos nuestras cosas y vamos a buscar a los tributos del 2. No aparecen por ningún lado y ya está comenzando a anochecer. 
Mientras Ruber y Sam reúnen la comida de la Cornucopia yo voy a ver si cazo algo. 
El bosque está muy tranquilo. Dudo mucho que haya algún animal, y además ya es tarde. Así que recojo algunas bayas y frutas que reconozco de cuando estuve en la sección de frutos comestibles. 
Regreso junto a ellos, en total tenemos 6 piezas de fruta, docena y media de bayas (recogido todo por mí) algunas galletitas saladas, cecina, agua y fruta seca. 
Yo me llevo a la boca dos piezas de frutas y unas cuantas bayas. Doy un trago al agua y decidimos guardar el resto para después. Comemos todos en silencio. 
A la hora de dormir nos damos cuenta de que tan sólo hay dos sacos, el de Ruber y el de Sam. Decido dormir en el mismo que Ruber, por supuesto. A Sam se le nota un poco crispado con esta decisión pero se limita a callar, como ni pasase nada. 
Nos tumbamos y me acurruco junto a Ruber. Estoy helada. Él me abraza y nos sentamos todos a esperar ver en el cielo la cara de los muertos. 
Entre ellos reconozco los dos que maté cuando estaban atacando a Ruber: el chico del ojo, del distrito 12 y la chica del 4. También puedo ver al chico que me atacó en la Cornucopia y me quedo con la boca abierta cuando sale la tributo del 7. No puede ser. No, no, no, no, no. Miro a Sam. Está sollozando. 
- Oye, tío, lo siento mucho.- Oigo que le dice Ruber. Yo me quedo muda. Creo que me estoy empezando a poner blanca. 
- Lo siento.- Mi voz es apenas un susurro. 
Sam sigue llorando hasta que su respiración se vuelve más pesada y tranquila. Han muerto 12 tributos en total. Quedamos 10. 
- ¿Qué es lo que pasa?- Me pregunta Ruber. 
- Mierda. 
- ¿Qué has hecho?- Me insiste. Siento que me voy a desmayar. 
- Es que yo…yo he matado a la compañera de Sam.- Ruber se queda a cuadros y me mira con cara interrogante.- Me estaba atacando cuando intentaba salir de la Cornucopia, me estaba lanzando flechas y yo…- Se me quiebra la voz. Soy incapaz de continuar. 
- Shh. No pasa nada.- Me susurra, tratando de tranquilizarme.- Tarde o temprano iba a acabar muriendo. Era demasiado débil. 
- Pero yo preferiría que, al menos hubiera tardado más, que no hubiera sido a mis manos. 
- Lo hiciste en defensa propia. Era tu vida o la de ella. Y si hubieras sido tú en lugar de ella. Ninguno de los tres estaríamos vivos ahora. 
Me quedo reflexionando sobre esto hasta que me duermo por el cansancio y acunada por el vaivén del pecho de Ruber. 
Por la mañana, en cuanto abro los ojos veo que está todo nevado. Me inunda la alegría. 
- ¡Es nieve!- Exclamo mientras salto del saco de dormir y despierto a Ruber. Me dedica una sonrisa encantadora. Veo en sus ojos que él también se alegra de que, por lo menos, el paisaje hubiera cambiado.- ¡¡NIEVE!! 
- Es increíble, ¿verdad?- Se levanta y se acerca a mí. Yo le doy la espalda y noto cómo me agarra por la cintura, acercando mi cuerpo al suyo. Coloca si cabeza en mi hombro y me dedica suaves besos en el cuello que provocan que todo mi ser tiemble. 
- Será mejor que esperemos a que ‘ese’ se despierte.- Digo marcando la palabra ese. 
Volvemos a acurrucarnos en el saco, pero esta vez, sentados. Una vez que se despierta Sam lo mira todo con curiosidad, sorprendido, se le nota que nunca había visto nieve. Yo adopto actitud pasiva y me muestro indiferente a su sorpresa, aunque dentro de mí estaba celebrándolo. A lo mejor, con el frío, no sobrevive y ya no tengo necesidad de matarlo. 
Desayuno un poco de fruta y nos vamos y buscar a Amanda y Globber. Camino distraída. A pesar de la emoción de la nieve mi mente no para de darle vueltas a lo de la compañera de Sam. 
Caminamos en silencio hasta que notamos un ruido a nuestras espaldas, de repente un chico salta sobre Sam y este en seguida le corta la cabeza, en un pestañeo. No quiero acercarme a ver la cara del chico. Roer se da la vuelta y aprieta la mandíbula. Por lo que puedo ver debía tener unos 15 años, rubio. Su cabeza separada de su cuerpo. Me entra un escalofrío y me abrazo a Ruber, que me aprieta fuerte contra él. Sé lo que está pensando. Su hermano pequeño. Muerto. De la misma forma. Agentes de la Paz. Incumplir leyes. No es algo que combine muy bien. 
De todas formas, seguimos caminando, sin hablar, distantes. Mi mente tiene tantos pensamientos entremezclados que creo que me va a explotar justo cuando encontramos a Globber y a Amanda gravemente heridos.