Blog hecho por y para Tributos

Queridos Tributos, en este blog se subirá información sobre Los Juegos Del Hambre, En Llamas y Sinsajo (The Hunger Games, Catching Fire and Mockingjay); también se subirá semanalmente dos capítulos de nuestra historia de Los Juegos Del Hambre, uno el lunes y otro el viernes, si en una semana no subimos ninguno, la semana siguiente subiremos cuatro capítulos, no tengáis miedo de comentar que nos hace mucha ilusión que comentéis, muchas gracias y que os guste el blog ;))

viernes, 18 de enero de 2013

Capítulo 20 (Diana)

Me quedo helada. A Amanda le sobresale una lanza de la espalda y Globber tiene un cuchillo clavado en la pierna. Sam y Ruber se acercan a ayudarlos inmediatamente. Yo no sé qué hacer y miro la escena horrorizada. Están llenos de quemaduras. Tengo un nudo enorme en la garganta y me pican los ojos. Observo cómo Sam abre el botiquín y le pasa Ruber el desinfectante y las vendas. Me fijo en Sam. En su espalda, musculosa. En sus brazos, en tensión. Puedo observar que es bastante experto en curar heridas. Me obligo a apartar la mirada y contemplo a Ruber. Él, en cambio, es algo torpe. Lo sé, lo entiendo. Su mandíbula apretada. Sé lo que piensa. Vuelvo a apartar la mirada y me quedo mirando la sangre, asqueada. Comienzo a sentirme aturdida. Aprieto los labio hasta formar una delgada línea y cierro los ojos. Me obligo a respirar para tranquilizarme. Vuelvo a abrirlos. Noto que el mareo persiste. 
Sam se acerca a Ruber y lo aparta de Globber. Noto a Ruber nervioso, y despistado, no es capaz de concentrarse. 

- Ruber, Diana, coged las cantimploras he id a buscar agua. Yo me quedaré aquí hasta que se recuperen.- Me giro inmediatamente. No necesito que me lo vuelva a repetir. 

Dejo a Ruber atrás. Cuando me alcanza me da dos de las cinco cantimploras. No sé cómo tomarme eso, si piensa que soy débil, que lo dudo, o si está siendo protector, amable. Caminamos con paso ligero, ninguno de los dos abre la boca. Sé de sobra lo que le pasa por la cabeza y me temo que aunque se me ocurriera algo que decirle haría un gesto con la cabeza y seguiríamos en silencio. De nada sirve intentar que se olvide de la muerte de Beryl, su hermano. 
Llenamos las cantimploras en el río. Y me permito un momento de paz. Sumerjo las manos en el agua fría, y retiro la mano cuidadosamente para que el agua resbale entre mis dedos. Doy un sorbo y Ruber me imita. 
Me siento en la orilla con las piernas cruzadas y me quedo mirando el agua hipnotizada. 
- No deberías haberlo hecho.- Le suelto, de repente. Me mira con cara interrogante.- El tat…-Comienzo, pero no logro acabar. Bajo el volumen de mi voz.- Lo de la espalda.- Le aclaro. Él se encoje de hombros. 
- Tampoco tú el tuyo.- Ahora soy yo la que le mira interrogante.- El del costado.- Yo suspiro. 
- Pero es que lo tuyo es peligroso… si alguien.- Me interrupto y comienzo a hablar en susurros.- Si alguien se da cuenta de lo que significa… 
- Pero no lo van a saber.- Me corta.- Es muy difícil. Además aquí la única en peligro eres tú. El tuyo no necesita aclaración. Cualquiera que lo vea… 
- Se dará cuenta, se enterará el Capitolio y estaré muerta. Lo sé. –Termino. 
- ¿En qué pensabas..?- Le dirijo una mirada reprochante. Alza las manos, en gesto de rendición. – Vale, tú también podrías preguntar lo mismo. Pero lo tuyo es más grave. 
- ¿¡Crees que no tardarán en torturar a tus seres queridos en cuanto se enteren de que tienes ese…?!- Grito, pero no logro acabar. No con la sospecha de que nos puedan estar escuchando. Me muerdo el labio. Ruber se gira y me da la espalda. 
- Si a ti te lo ven…estás muerta. 
- Pero mi familia no va a tener que sufrir.- Mierda. Golpe bajo. Ruber me mira, con la mandíbula y los músculos tensos.- Perdón yo… 
- ¿¡Perdón?! Mira, voy a pasar ese último…cometario- Escupe la última palabra.- por alto.- Se me acerca y me toca el costado derecho. Justo encima DEL tatuaje. Acerca su cara a la mía.- Si te ven ese tatuaje sobre…sobre…- Es incapaz de continuar. Le duele. Lo veo en sus ojos. 
- Sobre la antigua cultura. La que prohibieron después de casi acabar con el mundo.- Entrecierro los ojos. Apenas pronuncio esas palabras. 
- Sabes que este no es nuestro juego. Somos marionetas. Si haces algo que no les gusta ¡Pum! Estás acabada. Y tú…ejem… lo que pretende es lograr algo que no tenemos, que no podemos…tener. Libertad y… sueños.. Se queda en silencio y me mira directamente a los ojos. En ellos soy capaz de ver que se le forma una pregunta y no es capaz de pronunciarla. Se muerde el labio. Ya le he pegado mi manía y se me escapa una sonrisita. Me mira, divertido.- ¿ De qué..?- Se interrrupte y baja tanto la voz que apenas puedo oírlo.- ¿ De dónde sacaste la idea? 
- De un libro.- Me mira, alarmado.- Lo encontré enterrado. Se llamaba…- Me muerdo el labio inferior, tratando de recordar.- Peter… humm… Can? Y el humm… continente de más allá… No, no… Peter… 
- Pan.- Asiento con la cabeza. 
- Peter Pan y el… país de… 
- ¡Nunca jamás!- Susurramos los dos a la vez. 
- Era una ilustración del libro… 
- ¿Por qué escogiste precisamente esa? 
- No sé… por… ¿la liberación? Volar… - Me obligo a parar.- ¿Y tú? 
- Yo… ya sabes lo que siento por ti. No fue casualidad que… te fuera a defender de esos chicos cuando… 
- Estaban a punto de darme una paliza…- Suspiro. Me doy cuenta de lo tarde que es será mejor que volvamos. Es tarde.- Me levanto.- Y, oye, siento lo que dije de… tu familia. No pretendía…- No puedo seguir. 
Cogemos las cantimploras y nos alejamos del río. 
Por el camino veo a Ruber, que se encuentra detrás de mí, por el rabillo del ojo, y observo cómo hunde la cabeza en su pecho y le tiemblan los hombros. Me muerdo el labio y decido volver a mirar hacia delante. O acabaré llorando yo. 
Una vez allí con Sam le damos las cantimploras y cuando se despiertan, Sam le da una pastilla a Amanda. Decido que esta vez le daré yo la pastilla a Globber. 
Ruber se me acerca y me ayuda. Con cuidado. Se ha tranquilizado, pero me doy cuentad e que está haciendo esto para mantener su mente ocupada. 
Me fijo en que Sam nos mira con una especie de crispación en la cara. 
Cuando ya se encuentran mejor nos sentamos en un círculo. 

- Amanda, Globber, ¿podéis decirnos lo que os pasó?- Pregunta Sam. 
- Acabábamos de salir de la Cornucopia cuando los tributos del 4 nos atacaron, uno de ellos nos saqueó las mochilas y solo nos dejó las cantimploras, y el otro me clavó a mi el cuchillo en la pierna y a Amanda la lanza en la espalda.- Contesta Globber. Está totalmente abatido. Nos quedamos en silencio y yo observo sus quemaduras ya curadas. Y me entra la curiosidad. 
- ¿Y esas quemaduras a qué se deben? 
- Hubo un incendio y tuvimos que escapar, y llegamos aquí y nos desmayamos.- Contesta Amanda, nerviosa. 
- Bueno lo importante es que ya estáis bien y os hemos encontrado.- Añade Ruber. 
No nos queda mucha comida. Me levanto para ir a cazar, pero también lo hace Sam, que me observa. Refunfuño. No me apetece ir con él. Así que nos quedamos Ruber y yo con Amanda y Globber mientras intentamos encender un fuego y Sam se va a cazar. 
Cuando vuelve, Sam ha cazado tres conejos, un ganso enorme y un par de ardillas. Es él el que los despelleja y destripa. Yo concentro mi mirada en el fuego. Y logro distraerme. Como la mitad de un ala del ganso con Ruber y algo del conejo. Ni siquiera pruebo las ardillas. No sabía que se podían comer y no es que tengan muy buen aspecto. 
Después guardamos la comida que sobra en unas hojas de eucalipto de tamaño XXL. Nos cercioramos en apagar bien el fuego y nos vamos a dormir. Amanda y Globber duermen en el saco de Sam así que él es el único que duerme a la intemperie. 
Me cuesta conciliar el sueño. Hasta que no noto las respiraciones pesadas de los demás no me permito desvanecerme. Dejo que me venza la tensión acumulada. Escondo el rostro en el pecho de Ruber, para que sea donde sea que estén, las cámaras no me vean. 
Al poco noto el pecho de Ruber agitarse también y tapa su cara en mi pelo. 
Dejo de llorar y espero a que lo haga Ruber. 
- Lo hecho de menos.- Me susurra. 
- Lo sé.- Le aparto unos mechones de pelo de la cara. 
- Ver a ese chico… me lo ha recordado.- Me acerco y le doy un suave beso en los ojos antes de que se le caigan las lágrimas. Noto el gusto salado en mis labios. 
- A mí también.- Reconozco.- Pero no podemos dejar que esto nos afecte. Sobre todo a ti. Tenemos… tienes que ser fuerte. Tienes…- Dudo.- Tienes que ser tú el que llegue vivo a casa. – Me detengo.- Por Beryl.- Añado. 
- No…no si tú no vienes conmigo. 
- Sabes que eso es imposible. Uno de los dos tiene que llegar vivo. Y vas a ser tú. 
- Yo no voy a vivir si no vives tú. No voy a volver sin ti. 
- ¡Déjate de chorradas!- Le espeto, un poco brusca.- Claro que puedes, has de hacerlo, tienes por lo que luchar, en cambio yo…- Se me quiebra la voz.- Puedes formar una familia…- Expreso mi deseo en voz alta. 
- Tu también…- Comienza. 
- Sabes de sobra que no. Soy la rara.- Y ahí se termina nuestra conversación. Me da un beso y nos dormimos así, con nuestros labios pegados. 

Nos despierta Sam gritando no se qué de unos ruidos extraños. No le presto atención. Tan sólo sé que tenemos que recoger y comenzar a andar. 
Ruber a la cabeza, yo detrás, luego Amanda y Globber, y el último Sam. Comienzo a oir un ruido extraño, metálico. Ruber gira la cabeza y abre los ojos como platos. Antes de que acabe de girar yo la cabeza para ver que ocurre siento un tirón en la muñeca, que obliga a correr. Trastabillo pero Ruber me sujeta y seguimos corriendo. En un momento en que me permito girar la cabeza veo a unos escarabajos gigantes, de metal, corriendo detrás de nosotros. 
Se oye un grito. No quiero saber de quién se trata así que ni me molesto en girar la cabeza. Espero que no sea una baja nuestra. 
Ya está amaneciendo cuando logramos despistarlos. Me arden los pulmones de la carrera. Ruber está de los nervios. Cuando ve llegar a Sam, se acerca a él y le empieza a gritar. 
- ¡Esto es culpa tuya por hacernos ir a investigar qué era eso! 
- Primero, no me alces la voz, segundo, la culpa no es mía, eso eran mutos y si no os hubiera despertado probablemente ahora estaríamos muertos.- Me sorprende la tranquilidad de la voz de Sam. 
- ¡Maldita sea! ¡Podría ser uno de nosotros el que estuviera muerto ahora mismo!, ¡estás chiflado tío!- Decido dejar de escuchar. Hasta que noto que empiezan a insultarse.- ¡Mamón! 
- ¿Mamón? ¡Tú sí que la debes mamar bien, cabrón! 
- ¡BASTA YA!- Grito- Me coloco entre ellos y los separo.- ¡Los dos sois unos pedazo gilipollas! ¡Inconscientes! ¡Pensad en lo que sea que estéis haciendo antes de actuar, coño, que esto no es un puto juego! 
- Es que…- Comienza a responderme Sam. Lo fulmino con la mirada. 
- ¿¡Es que qué?! Joder, ¿vas a protestarme como si fueras un crío pequeño? ¿un niño de mamá?, ¿o qué?- La discusión se da por finalizada. Sam se marcha a cazar. Mientras, yo intento relajarme. 
Al anochecer Sam regresa con más comida. Se le ve en la cara que ya se ha tranquilizado. Después de cenar nos vamos a dormir. 
Escucho las respiraciones pesadas de todos salvo… Sam… está sollozando y me temo que sé por qué es. Me muerdo el labio. Me empiezo a encontrar mal. Tengo que contárselo. Me acerco hasta él y me agacho a su lado. Él se incorpora lentamente. Yo me quedo mirando al vacío un instante y después me obligo a mirarle a él. Me quedo unos segundos contemplando sus profundos ojos color miel. Siento retortijones en la boca del estómago. Suspiro. 
- Tengo que contarte una cosa, ven conmigo.- Me levanto y me dirijo al bosque. Sam me sigue. Quiero estar lo más apartada del grupo posible.- Verás, es sobre la muerte de Daphne.- Suelto. 
- ¿Qué?, ¿qué pasa? 
- Pues verás no sé cómo decir esto...- Me muerdo el labio y agarro un mechón de pelo. Estoy a punto de vomitar.- Yo la maté.- Mierda, Diana. Pienso en seguida. ¿Sabes que existe algo que se llama tener tacto? ¡Cuando coño vas a aprender a usarlo! Sam se aparta de mí. Con los ojos abiertos como platos, me mira horrorizado y se le empiezan a resbalar lágrimas por la cara. 
- ¡Hija de puta!- Me sorprendo. No me esperaba eso. Se me desencaja la cara. Cada vez me encuentro peor. Él continúa con una sarta de insultos. Me sube el calor por la cara. Me empiezo a enfadar. A pesar de todo logro contestarle suavemente. 
- Ha sido en defensa propia, ella… ella me estaba atacando con su arco en la salida de la Cornucopia, yo me giré y… -La maté. No fui capaz de pronunciarlo. Me sube la bilis a la boca y consigo tragarla.- No sabía que era ella hasta que apareció su cara en el cielo... si hubiera sabido que era ella no lo hubiera hecho, con un pequeño corte, a lo mejor, para alejarla… pero… 
- No hay pero que valga.- Me corta con un gruñido. Doy un paso atrás instintivamente.-La has matado y eso es lo único que sé, ahora mismo me vuelvo a por mis cosas y me voy solo.- Me hundo. No quiero que se marche. Soy consciente de que lo necesitamos si queremos sobrevivir. 
- No por favor no te marches, sin ti correríamos más peligro, sé de sobra que el bosque es tu elemento y yo no estoy acostumbrada a él, perdóname.- Intento convencerle pero no da resultado. 
Me aparta de un empujón y se va camino al campamento. 
Estoy mareada, furiosa, con ganas de vomitar e impotente. Me empiezan a resbalar lágrimas por las mejillas. Me siento con la espalda pegada al tronco de una árbol, acerco las piernas a mi pecho y escondo la cabeza. El mareo no pasa. Tengo que arrodillarme rápidamente por las arcadas. Vomito. Lo hecho todo. Me levanto y me dirijo al río a limpiarme un poco. De camino al campamento me empieza a doler la cabeza y el mareo no remite. 
Cuando llego, Sam ya no está y Ruber está despierto. Corre hacia a mí en cuanto me ve. Yo me quedo en el sitio, esperando a que venga y noto mis piernas flaquear. Me agarra justo antes de derrumbarme. Me lleva hasta su saco y se mete conmigo. Estoy helada. Me calienta con su cuerpo. 
- Necesitas descansar.- Es lo último que oigo antes de desvanecerme en la oscuridad. 
Son las 6 de la mañana, me despierto y noto las mejillas pastosas y me llevo una mano a una de ellas. Está pegajosa. He estado llorando. Abro los ojos y me encuentro con los de Ruber, que me miran, con una expresión extraña. 
- ¿Qué tal te encuentras?- Susurra. Yo asiento con la cabeza, soy incapaz de decir nada.- ¿Qué ha pasado?- Intenta sonar suave, tranquilo, pero su voz se asemeja más bien a un graznido y su expresión lo delata. Está preocupado. Sacudo la cabeza.- Diana… 
- Es Sam…- Me muerdo el labio.- Le he contado lo de…- Se me vuelven a escapar unas lágrimas. Ruber suspira.- Se ha ido.- Apenas pronuncio estas últimas palabras. 
- Por eso…- Se interrupte. 
- Por eso ¿qué?- Ahora es él el que sacude la cabeza. 
- Por la noche has estado llorando.- Traga saliva.- Murmurabas algo de Daphne y… Sam. Le pedías perdón, creo. Fue entonces cuando te pusiste a llorar. Pero después ya no lo entendí. 
- ¿El qué no entendiste?- Pregunto, con curiosidad. Tengo un mal presentimiento. 
- Decías algo…algo sobre una especie de pozo. Una mina, creo. ¿No te acuerdas?- Niego con la cabeza. 
- Si te sirve de algo… no me acordaré de nada. Pero tengo un mal presentimiento. 
- Mierda.- Lo miro con cara interrogante.- Tus malos presentimientos…- Suspira.- A lo mejor esta vez no nos dicen nada. Lo comprendo. Cuando su hermano me pasó lo mismo yo tenía un mal presentimiento y… Beryl acabó… joder. 
- Eso espero.- Digo, en cambio. Lo miro a los ojos, están acuosos. Se me rompe el corazón. No quiero verlo llorar. No quiero que lo vean llorar. Pongo las manos a los lados de su cara y me acerco tanto a ella que nuestros labios se tocan cuando digo- Te quiero. 
Nos fundimos en suave beso y logro tumbarme para obligarlo a que se coloque encima de mí. Es la única forma de evitar que lo observen. 

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